Por Jorge Peña Ninomiya
Como en cualquier elección o
campaña en el mundo, todos los actores saben de antemano las reglas del juego y
al momento de aceptar participar en ellas por default aceptan dichas reglas
sean o no de su agrado. Esto lo comento por la gran cantidad de seguidores de
AMLO y el mismo circulo cercano del tabasqueño que llevan bastante tiempo
anunciando un inminente fraude electoral el próximo 1ro de julio de 2018.
El asumir esta posición resulta
irresponsable y peor aún, incongruente, ya que si se sabe de antemano que en el
juego hay cartas marcadas uno se convierte en validador y cómplice puesto que
MORENA tiene registro como partido político nacional ¿Avalado por quién? Por el
nefasto INE al cual han mandado al diablo selectivamente pues nada dicen al
recibir sus prerrogativas nacionales, estatales y electorales. ¿Cómo podemos
creer en Morena y AMLO cuando acepta sin chistar cientos de millones de pesos
anualmente? ¿No sería congruente el no aceptar dicho financiamiento y solo
subsistir con las aportaciones de sus militantes?
Esta receta la ha aplicado López
Obrador desde 1988 cuando sufrió su primer “fraude” en la primera elección para
gobernador en la que participó y lo mismo hizo en 1994 cuando volvió a perder
la elección para el mismo cargo señalando nuevamente un fraude que en esa
ocasión presionó tomando instalaciones de PEMEX y casetas de peaje, así como su
marcha al Distrito Federal. Seis años después en el 2000 ganó la elección para
jefe de gobierno del DF por aproximadamente 3% de diferencia de Santiago Creel
del PAN y allí no hubo fraude alguno y el perdedor como cualquiera que se
considere demócrata aceptó su derrota.
En el 2006 perdió la elección
presidencial por menos de un punto porcentual ósea aproximadamente 300,000
votos. ¿Qué hizo? Si bien no tomó pozos petroleros o casetas de peaje, les dio
un gancho al hígado a comerciantes, restauranteros y hoteles que fueron afectados
por la toma de Reforma con su famoso plantón que, según sus seguidores, esto
sirvió como válvula de escape para evitar un levantamiento armado (háganme el
favor).
En 2012 perdió por diez veces más
votos que en 2006 y aun así él y sus seguidores no perdieron la oportunidad de
golpear al futuro gobernante con la obvia intención de negociar un mejor
arreglo en lo oscurito con el equipo del ganador que en este caso fue Enrique
Peña Nieto. Eso sucede tanto en elecciones para alcaldes, diputados locales, diputados
federales, senadores, gobernadores y presidente de la república. El Peje hizo
su desplante, su teatro, su circo y finalmente cesó el hostigamiento al
presidente electo que no tuvo problema alguno en la entrega-recepción de la
banda presidencial el 1ro de julio de 2012.
Pero ¿Qué es lo que busca AMLO al
descalificar la elección y cuestionarla? Vender cara su derrota y negociar.
Como dice el dicho “El que se sube, se pasea” y si, Andrés Manuel al
registrarse como candidato en febrero próximo, estará aceptando las reglas del
juego como en las cinco elecciones anteriores. Y así como en las anteriores
elecciones, si no le favorecen los resultados no dudará en volver a
descalificar al Instituto Nacional Electoral, a sus consejeros, a los que
pasarán más de 12 horas cuidando las casillas, a sus propios representantes de
casilla que firmarán las actas de escrutinio. Esto será una vez más una
bofetada a decenas de miles de hombres y mujeres que de buena fe decidieron
acudir a vigilar una casilla o bien ser representante general, representante
distrital, etc.
Poniendo un ejemplo, AMLO acepta
las reglas para jugar futbol soccer pero llega al punto en el que decide no
acatarlas y toma el balón con las manos y en lugar de 11 jugadores mete a 9 más
para que sean 20 y finalmente aplasta al equipo contrario que si siguió las
reglas o peor aún, ni haciendo trampa logra sacar la victoria y de coraje toma
el estadio y no permite que salga nadie hasta que le den el triunfo a su equipo
sí o sí.
El tabasqueño no puede refugiarse
más en que la mafia del poder hace lo que se le da la gana con el INE y las
reformas a las leyes electorales ya que su partido, MORENA, cuenta con
representación en el congreso de la unión y bien pudieron hacer cambios o al
menos sugerirlos para que fuesen efectivos en 2018. Si se le preguntara a la
gente sobre la segunda vuelta electoral estoy totalmente seguro de que la
aceptarían ¿Por qué? Porque ya estamos cansados de crisis postelectorales como
las del 2006 y 2012. A nivel local también han ocurrido muchos casos donde la
diferencia es tan pequeña que ninguno de los candidatos acepta su derrota. Si
existiera la segunda vuelta el ganador tendría mayor legitimidad ya que
obtendría más del 50% de la votación a diferencia de 2006 y 2012 donde ganó el
candidato con una votación de 36% o 38%.
Para terminar, el problema de
Andrés Manuel y sus seguidores es que son hipocondriacos políticamente hablando
ya que creen que son el ombligo del país, creen que todos conspiran contra
ellos, que los medios de comunicación, periodistas, politólogos, opinólogos,
etc. Los atacan sistemáticamente. Se quejan de ser “atacados” sin embargo no
tienen empacho en atacar a cualquiera que no comulgue con sus ideas, con su
partido, con sus candidatos. Para ellos, quien no esté con AMLO o con Morena es
de derecha, es un vendido, un ignorante, etc. Ojalá en esta elección podamos
tener elecciones más serias y con mayor calidad. Ojalá que las y los candidatos
nos den una lección de tener las primeras elecciones de primer mundo y dejar la
descalificación, el desprestigio, la calumnia y el golpeteo político.
Los invito a visitar mi página en
Facebook:
Twitter